India: cuaderno de viaje

Hace ya casi tres semanas que volvimos del viaje, pero aún no había encontrado un ratito para sentarme y escanear... pero no hay como tener que estudiar para encontrar el tiempo para ponerme a hacer otra cosa.


Lo cierto es que pensaba que dibujaría más en India... pero la dificultad de encontrar un lugar donde sentarse (ya no sólo porque sea más cómo dibujar sentado, sino porque los compañeros de viaje pueden acabar odiándonos) y el estar la mitad del tiempo con la boca abierta tuvieron la libreta bastante escondida. Y no, no me vuelvo a ir de viaje sin un pincel decente.

Cronológicamente... 






New Delhi, Gate of India. Sin humo, con árboles, uno de los pocos lugares tranquilos de una ciudad gigantesca.





Paharganj, meca mochilera en Delhi. Movimiento constante, colores y olores por doquier.







 Varanasi: con diferencia, la ciudad más increíble en la que he estado jamás. Llegamos el día anterior al inicio del kumbh mela, el mayor festival religioso del mundo, que se celebraba este año al ladito de la ciudad, lo que sólo sucede cada 12 años. Nunca, nunca he visto tanta, tanta actividad: peregrinos, turistas indios y no indios, hippies, sadhus, niños, muertos siendo incinerados, vacas, perros, gatos, monos, cabras y millones de mosquitos al anochecer. Sin palabras.





El hotel de Khajurajo. Conocido por los "templos del Kamasutra", Khajurajo es además un pueblo agradable, muy limpio para los estándares indios, y el lugar donde se celebra un festival nacional de danzas tradicionales que no tiene desperdicio.





Orchha: Un pueblo pequeño con una gran herencia histórica y arquitectónica. Aunque han levantado toda la calle principal, la plaza central y la calle de mercado que lleva a ella conservan mucho encanto. Al aterdecer, la iglesia reparte comida y se juntan en la plaza niños que juegan, viejos tocando música y personas que no tienen nada, ni siquiera piernas, se echan a bailar. Only in India.









Agra: Nunca nos hemos alegrado tanto de equivocarnos. Habíamos planeado estar sólo un día, para ver el Taj Mahal, casualmente el día que cierra. Eso nos obligó a cambiar billetes y nos permitió ver el fuerte y el mausoleo de Sikandra. Un lujo. 





Udaipur es una ciudad pequeña en torno a un lago que proporciona unos amaneceres y atardeceres espléndidos. En cualquier calle te encuentras maravillosos edificios antiguos en mejor o peor estado de conservación. Una bonita bienvenida a Rajasthan. 







Diría que una de mis ciudades favoritas fue Jodhpur, la ciudad azul. El fuerte era enorme, majestuoso, y creo que el espacio mejor conservado y explicado en términos museísticos que vimos en todo el viaje. La ciudad antigua, con sus edificios pintados de índigo, es un lugar estupendo para perderse subiendo y bajando callejuelas. 




Jaipur fue la despedida del viaje: agotados, bajo un sol abrasador y dependieno de tuk tuks para movernos, no llegamos a disfrutarla tanto como seguramente merecía.